jueves, 21 de diciembre de 2017

Sala Joaquín Eléjar (colectivo Maynake), Málaga.

Los días en Málaga, a pesar de que he padecido un fortísimo dolor de muela, han sido muy bonitos. Tuve la suerte de que Joaquín, miembro del Colectivo Maynake, fuera enfermero y me suministrase una medicación que me ayudó a controlarlo y sobrellevarlo. Aún así, las noches se hicieron muy duras, el dolor no me permitía dormir (cuatro noches seguidas de insomnio, terrible). Por el día la cosa amainaba y pude disfrutar de largos paseos por la ciudad y junto al mar. Hemos comido Rosa (técnica) y yo de vicio, en cualquier sitio que entraras te servían una delicia; el café también riquísimo, tiene un sabor muy especial y se puede pedir mezclado con la leche en la medida que a uno le guste, hay una gran variedad: nube (muy clarito), sombra (un poco menos de la mitad del baso), mitad (mitad del baso), doble...; lo mismo ocurría con el tipo de pan para las tostadas del desayuno: pulga, pitufo, medio pitufo, mollete, barrita, baguette... Esto en cualquier cafetería. Tanta precisión en la elección de algo tan sencillo como es un desayuno habla del grado de exquisited con el que se enfrentan las gentes de Málaga desde primera hora ante cualquier cosa. El arte Mudéjar está en muy presente sus genes y parece que lo aplican a todo :), son muy detallistas. 
Conocer al Colectivo Maynake ha sido también un gozo. Se trata de un grupo grande de personas (25 o 30) de mediana edad que se dedican al teatro de manera aficionada (viven de otras profesiones) pero su entrega, tanto a la sala como a sus producciones, es muy comprometida; su amor al teatro es grande y eso se siente nada más poner un pie en el espacio. Su fundador fue Joaquín Eléjar, ya fallecido, y es de quien toma nombre la sala. 
Otro rasgo que ha marcado singularmente estos días es el reencuentro con bellas personas del pasado. Por un lado Javi, compañero actor de mi época en la Abadía que actualmente es profesor en la Escuela de Arte Dramático de Málaga y por otro Oscar, mi primer amor, ¡tantos años sin vernos! Qué bonito ha sido compartir de nuevo unos ratos con ellos. 

Calle por la íbamos y veníamos todos los días andando desde el hotel al teatro.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Atenas/Málaga

Este fin de semana (15, 16 y 17 de diciembre) se celebra un festival de teatro contemporáneo español en Atenas organizado por Styl Rodareis. Pinchando en la foto de abajo podéis consultar las actividades y la programación. Si lo hacéis, veréis que mañana viernes se leerá a las 15:30 alguna escena de Réquiem, no sé cual, pero me hace muchísima ilusión que actores de allí lo interpreten, ¡y en griego!, me encantaría poder estar allí y verlo. Si consigo imágenes (creo que me las van a enviar) las compartiré por aquí en otra entrada que haga para ello. 


Los mismos días estaremos nosotros haciendo funciones de Réquiem en la sala JOAQUÍN ELÉJAR (Colectivo Cultural Maynake) de Málaga. Os dejo un link donde se pueden sacar las entradas online: (pincha). He ido al dentista hace dos días y me han hecho una endodoncia que me duele muchísimo, espero que la cosa mejore o aguante estos días sin darnos muchos problemas. De momento a tope voy de calmantes para sobrellevarlo. ¡Qué malos son los dolores de muelas!

Una crítica que salió de nuestro paso por la sala PORTA 4 de Barcelona: (pincha)

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Sala Porta 4, Barcelona.

Ha sido un verdadero placer volver a la sala PORTA 4, un lugar escénico muy especial en el que siempre me hacen sentir como si estuviera en casa (gracias Vero, gracias Carmen). Rosa, nuestra técnica, hizo un trabajo maravilloso adaptando el diseño de luces que habitualmente llevamos (ideado por Juan Gómez-Cornejo, nuestro diseñador, para ir a teatros de mayor envergadura) sin dejar que se perdiera un ápice de magia. Esta versión reducida que ella ha creado nos resultará muy útil para adaptarnos a los espacios de pequeño formato que surjan. Trabajar y conocer a Eric, el técnico de la sala (nuevo fichaje de la Porta 4) ha estado también muy bien, imposible no recordarle sin que se escape una sonrisa: da gusto y emociona ver a gente tan joven trabajando en el teatro con tanto amor y profesionalidad. 

Rosita, nuestra técnica.

Barcelona estaba preciosa. Qué felicidad es pasear por el barrio de Gracia, el Borne o la Barceloneta... Qué riquísima la paella que nos comimos con Paula frente al mar; el humus y el falafel que cenábamos cada noche en la calle Verdi con los amigos que venían a ver la función. 

Cenas en la calle Verdi

El primer día tuvimos solo 7 espectadores. Dos eran amigos, dos invitados de la sala y tres que llegaron tarde, una vez comenzada la representación. El segundo día aumentó la cosa a 14 y el tercero a 21. En total han sido 42 las personas que han visto el espectáculo (8 de ellas invitadas). Lo primero que le sale pensar a uno, si hace cuentas, es: ¿merece realmente la pena tanto esfuerzo para tan poco público? Ya solo las ocho horas que nos chupamos Rosa y yo de coche para la ida y las otras ocho de vuelta...; el gastazo de hotel, de comida...; cinco días fuera de casa.... Si, realmente es una ruina de negocio, pero... Conocí a Ismael, un chaval joven de unos 20 o 22 años, no más. Le había traído a ver la función su tío, un espectador que años atrás vio protAgonizo. Los dos se unieron a la cena de después con amigos, humus y falafel. Ismael se sentó a mi lado y hablamos sobre el espectáculo... Sentí su temblor. Comprendí que la experiencia había sido algo muy fuerte para él, le había herido profundamente y probablemente le dejaría honda huella para el resto de su vida. Algo más allá de él y del espectáculo en sí mismo se le estaba revelando: la fuerza del teatro. En ese momento se echó solita la cuenta: desde luego que había merecido, y con creces, la pena. 

Ismael