El pasado 26 de junio realizamos una función en el Teatro Adventium que Alfonso Pindado (director de la desaparecida y emblemática sala Triángulo de Madrid) ha levantado con sus propias manos en su pueblo natal: Aveinte (Ávila). El espacio escénico está ubicado en lo que es la planta superior y debajo está preparado con varios dormitorios y un comedor con cocina además de un taller dispuestos para albergar a los creadores / estudiantes de teatro que se desplacen hasta allí para realizar un laboratorio o los ensayos de sus espectáculos desde la tranquilidad y concentración que ofrece un retiro en el pueblo.
De vez en cuando, como en este caso, se realizan algunas representaciones puntuales para los lugareños. A este respective, decir que el público reaccionó francamente bien y tuvimos la sala llena. Entre ellos nos honró con su presencia la mamá de Alfonso P., una preciosa y vital anciana de noventaimuchos años que se subió las escaleras de acceso al espacio con más agilidad que yo, que -todo hay que decirlo- andaba esos días con una ciática de aquí te espero. Tuve el placer de conversar con ella tras la representación y me contó muy orgullosa que vivía sola y se hacía todas las cosas de la casa. Al día siguiente nos comunicaron que esa misma madrugada había tenido una caída y había sido hospitalizada, por suerte ya está fuera y recuperándose al amor de su descendencia, la saga de los Pindado, que no es poca. Desde aquí le deseamos mucha salud y pronta recuperación. Antes de la función tuve tiempo para repasar el espectáculo, las cabecitas de sus dos bisnietas curioseaban tras las rendijas de la cámara negra, está claro que llevan el veneno del teatro en la sangre.