sábado, 7 de octubre de 2017

Vicálvaro

Ayer hicimos una de las 'previas' que tenemos pendientes antes del estreno, fue en el Centro Cultural de Vicálvaro. La temporada teatral se inauguraba con nosotros. Nos avisaron que el público aún no se había enterado lo suficiente de las actividades que tienen programadas por lo que, seguramente, no asistiría demasiada gente. La entrada era gratuita, me pareció una iniciativa buenísima por parte del Ayuntamiento el facilitar que el teatro esté al alcance de cualquiera. El público que acudió (no estuvo tan mal: media sala) era muy mayor. Tengo que decir que me lo pusieron francamente difícil. En cuanto arrancó la función comenzó una gran mayoría de ellos a hablar en alto. Unos gritaban que no se oía; otros instaban a los primeros a que se callaran. Luego estaba la señora del abanico, que metía un escándalo con él inusitado; el que se sonaba las fosas nasales como si fueran trompetas; el que bostezaba al estilo grito aullido hipo huracanado de Pepe Pótamo (pincha)... Nunca había vivido algo igual. Tuve que parar la función varias veces para hablar con ellos y explicarles que así era imposible. Llegué incluso a pedir a Rosa, nuestra técnica, que diera la luz de sala para invitar a los que no oían (por problemas de edad) a que se pusieran en los huecos que quedaban libres en las primeras filas sin que se mataran por las escaleras al hacerlo en la oscuridad. Ahí pude ver lo mayores que eran. Algunos se cambiaron armando un gran jolgorio con sus muletas y dolencias. Todo parecía solucionado ya, pero, al volver a apagar la luz, comenzaron de nuevo a hablar y a gritar. Cuando vi que aquello era ingobernable, puse el piloto de tirar el texto en plan metralleta sin dejar a penas pausas para no darles la posibilidad de se colaran en ellas con sus comentarios. Habían venido dos programadores a ver el espectáculo, y desde luego que lo vieron: ¡menudo espectáculo! Me fui desmoralizada, llegué a casa agotada, como si me hubieran apaleao. Esta mañana, ya más descansada, he podido verlo de otra manera. Realmente esta experiencia ha sido un buenísimo entrenamiento. Después de esto el estreno será ya pan comido. Así que, agradecida por la vivencia. Estos abuelos de Vicálvaro eran realmente como niños. Un detalle que no he contado y que me dio mucha ternura es que, cuando salí a escena, se pusieron todos a aplaudir largamente como si fuera Lina Morgan la que entraba en acción, ¡qué gracia! Aquí os pongo una foto del montaje de ayer en la que aparecen Rosa e Inigo colgando los focos.


El próximo finde nos vamos a Bilbao. Haremos tres funciones (viernes 13 a domingo 15 oct) en el Pabellón 6. Y ya de ahí, al estreno en el Corral de Comedias de Alcalá: 27 al 29 oct.

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