domingo, 7 de abril de 2019

Bolo en Piedras Blancas, Castrillón (Asturias)

A veces, tantas cosas que llevamos, ocurre que se te olvida una de las maletas y te das cuenta justo cuando te metes en la cama del hotel y piensas que no recuerdas haberla descargado en el teatro y que tampoco recuerdas haberla echado al coche al de salir. Tu técnica está en la cama de al lado durmiendo como una bendita, pues se ha chupado casi siete horas de conducir y se ha entregado a los brazos de Morfeo casi de inmediato. Lógicamente no la vas a despertar para preguntarle si la ha cargado o visito ella. Total, que te empieza a entrar una angustia y un insomnio que pa que. Las horas pasan y pasan a la par que tu angustia crece... A la mañana siguiente, con el cuerpo todavía cortado de la mala noche que has pasado, llamas a casa antes de ir al teatro a montar y te confirman que sí, que te la has dejado allí: ¡¡terror!! Entonces, dejas el desayuno a medias y sales corriendo a buscar todo lo que necesitas: una plancha vertical, una camiseta y unas bragas negras, cinco corbatas, la gomina, el peine, los caramelos de miel y limón... 

Camerino. En la mesa los objetos que tuve que comprar.

Doy las gracias desde aquí a la conocida tienda de Caballeros Arnaldo de Piedras Blancas. Su hija nos buscó las cinco corbatas que necesitábamos entre los restos de las temporadas pasadas que atesoran en su almacén y nos hizo el ofertan de dejárnoslas a tan solo 20 euros (algo simbólico, fueron realmente un regalo). No vino mucha gente a ver la función, unos cuarenta, pero la función salió muy bonita. El C. C. Valey es una preciosidad y está muy bien dotado. Pudimos hacer el diseño de luces tal como nos lo diseñó Juan Gómez Cornejo, lo cual es un lujo (el espectáculo, en estas condiciones, luce -nunca mejor dicho- muy bien. 

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