domingo, 19 de noviembre de 2017

Casa de las Conchas, Salamanca.

En este precioso lugar actuamos ayer. Nada más aparcar el coche y comenzar a descargar las cosas me crucé con aquel hombre, ¿el mismo de la otra vez?, que vendía calcetines. En aquella ocasión estaba con nosotros Isabel (Escudero) -nos habían invitado a participar en un homenaje que la Biblioteca Pública de este centro había organizado en recuerdo de Agustín (García Calvo). Ahora yo estaba cargada, mi objetivo era atravesar la marabunta de turistas que se agolpaban en la entrada para poder dejar las cosas dentro y sacar el coche cuanto antes de allí, pues, aunque de 'carga y descarga', es zona peatonal. Le contesté mecánicamente con un no, el hombre continuó camino y desapareció. En ese momento me vino el recuerdo: Isabel le había comprado dos paquetes, de esos en los que vienen cinco pares, y tras 'desmocharlos' -que diría mi madre-, comenzó a regalarlos entre los amigos. Aquella espontaneidad tan graciosa en ella me pareció genial, como tantas veces. ¡Qué rabia! ¿Porqué no habré soltado yo todo al instante? Me hubiera gustado... Bueno, no pasa nada, seguro que me lo encuentro más tarde, con las manos más libres, y entonces sí: le compro unos calcetines. Nada, no volví a cruzármelo. Estoy de vuelta en casa, cansancio, me voy a la piltra. Al quitarme los calcetines... Isabel.

Fachada Biblioteca Pública Casa de las Conchas.

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